Capítulo 8 (parte I). Pillada.

Capítulo 8 (parte I) Pillada.

-tienes mala cara- dijo Eric mientras pellizcaba uno de mis mofletes de forma exagerada esperando que reaccionara. Estábamos sentados en el bus con dirección al insti y llevaba todo el viaje mirando por la ventanilla como si estuviera en otro planeta,
dejándome llevar por el vaivén.

-no sabes lo que me paso anoche
-bien!! Por fin, pensaba que te habías quedado muda.
-la vi.
-em … ¿a quién?- dijo sin saber de que estaba ablando
-la vi- dije dejando de mirar al cristal para mirarle a los ojos- a Amber.
-tienes pesadillas todas las noches con ella, así que ya la ves todas las noches ¿no?- dijo quitándole importancia.
-no Eric- dije mirando al asiento de atrás comprobando que no estuviera alguien escuchando- fue diferente, como una visión.-me miraba como si le estuviera hablando en chino.- así, de repente, puf magia!! Bing bang, se hizo la luz!! -dije haber si comprendía algo.
-¿te refieres a una especie de visión?
- si … mas o menos.
- pues si pones un consultorio nos forramos.
- jo, que lo digo en serio.

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-joooo a donde me llevas, que todavía no me he terminado los regalizes- dijo Eric haciendo un puchero mientras yo le tiraba del brazo intentando que caminara
-te quiero presentar a alguien. Además, tanto dulce no es bueno.
-Yo no quiero conocer a esa tal Evelyn
¿Te da vergüenza?-dije picándole
¿Yo? Que va.- recorrí con la mirada los numerosos bancos para comer que componían el patio.- evelyn!!- la llamé mientras arrastraba a Eric hacia el banco donde estaba sentada. Levanto la vista de su sándwich y me saludó con la mano.
-Te presento a Eric, mi mejor amigo. Le hablé de ti y tenia muchas ganas de conocerte- Eric me dio un codazo y sus mejillas se encendieron al rojo vivo.
-h..hey!- dijo haciendo la V los dedos. Aish tímido Eric.

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adiós enana- se despedía Sergio. Hoy me tocaba cerrar la tienda, y me encantaba porque podía quedarme un rato mas a mi aire sin tener detrás a Sergio y su gran dilema de la púa blanda o la dura. Hoy era un día genial, ya que no había rastro hoy de Derek por la tienda de enfrente. Eso de tener instintos homicidas al verle la cara me estaba preocupando.

Cojí la guitarra de siempre, una ibanez que me encantaba, y me senté en la silla del mostrador. Toqué unos acordes al azar por las finas cuerdas hasta que una voz detrás de mí me sobresalto.

-sabes que eso no se puede hacer ¿verdad?- se me cayó la púa de los dedos al reconocer su voz..

Blood Sinner.