Capítulo 1 (parte II)

Lágrimas de sangre (segunda parte)

-que bien les caes a tus vecinos eh? -Era mi mejor amigo Eric. Nos encantaba death note, bueno el fue quien me enganchó. Y siempre va de L, es su ídolo. Adidas, pantalones vaqueros y camisetas blancas de algodón, con el pelo castaño oscuro hacia delante con algunas puntas levantadas, y como no, con algún dulce en la mano


- ohaio!-le dije buenos días en japonés, como cualquier flipado del manga que se precie. Se sacó el chupachups de la boca y lo abracé con fuerza. Eric era mi mejor amigo, el único que tenia. Lo conocí desde primaria y desde ese momento fuimos inseparables. Él era el único que me entendía, ni si quiera mi abuela, solo él.

-esta vez te has salvado, y por poco, porque esta vez si que iba a ser doloroso- dijo mientras caminábamos hacia la parada de autobús y guardaba su death note en la mochila.

-a si? Como la ultima vez que pusiste “Melissa Holbein muere al pasar al lado del jardín comunitario, cayéndose dentro, justo encima de las tuneras“- dije partiéndome de la risa- tu lo que querías era hacerme una acupuntura a lo grande.- el autobús llegó y nos pusimos en la cola de gente que también se disponía a subir como todos los días.

- pues no, esta vez ibas a morir aplastada por las puertas del bus que se cerraban antes de tiempo justo cuando tu pasabas- dijo riéndose justo cuando subimos a él. Yo, por si acaso su death note acabara funcionando justo hoy, pasé deprisa y nos sentamos en los únicos asientos libres que quedaban, escuchando gïrugamesh, el grupo favorito de Eric, en su ipod.

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Después de dos horas interminables con Mario, el profesor de historia, llego por fin la hora del recreo, una preciada y escasa media hora que servia de salvación para todos los alumnos de aquel instituto publico, a todos menos para mi claro. El recreo era “la hora de humillar a Melissa” para los niñatos de clase, los cuales tardaron poco en enterarse de mi famoso trauma. Por suerte todos los lunes me libraba de eso ya que tenia hora con la psicóloga el instituto, odiaba ir, lo reconozco, contarle las cosas malas de mi vida que no quería recordar a una persona que solo se dedicaba a escribir cosas en una libreta para llegar a la conclusión de que tenia problemas, como si no lo supiera ya.

-me dejas solo hoy verdad?-dijo Eric haciendo pucheros.

- sabes que todos los lunes tengo que ir - dije intentando despegarme de él ya que no me dejaba marchar.

- jo … justo hoy que traje algodón de azúcar .. - dijo en un intento de persuadirme. Le di un beso en la mejilla y salí disparada hacia la planta de arriba, donde estaban los despachos.

Avancé por el pasillo en busca de la puerta de la Srta. Friedman. La localicé mas adelante ya que justo ésta se abrió, saliendo a través de ella un chico muy alto y con ella detrás diciéndole “recuerda Freddy … aspira … espira”.

- Hola Mell! Pasa - dijo dejándome la puerta abierta para que pasara dentro- siéntate ..bueno ..supongo que ya lo sabes - dijo con esa risilla nerviosa que tanto la caracterizaba. Deje la mochila al lado del diván de cuero negro y me recosté sobre este.- bueno Mell … puedo llamarte Mell?

- ya lo haces.-dije indiferente.

- a claro , claro - y otra vez la risilla nerviosa. - bueno, volvamos al punto en donde lo dejamos la sesión anterior, bueno en todas las sesiones desde que empezamos porque te niegas a hablar de ello Mell.

- es que no se porque me obligan a hacer esto, porque no me ayuda en nada.- dije fijándome en las esquinas del techo, carcomidas por la humedad.

- haber Mell - dijo colocándose un mechón de pelo rojizo anaranjado detrás de la oreja y se hacía las gafas hacia atrás.- hablar es lo que te va a ayudar. Estas así porque te lo contienes dentro. - no le conteste así que prosiguió con su charla- venga, cierra los ojos, retrocede en el tiempo y visualiza el momento en el que tu problema empieza, el origen de todo. Lista?

-aja.

- pues ahora cuéntamelo- dijo quitando la tapa a su boli y empezando a apuntar, seguramente hasta cada uno de mis gestos. Cerré los ojos y suspiré acomodándome mejor en el diván. Me empezaron a sudar las manos de solo pensar en aquel momento, e incluso unas lagrimas dolorosas se escaparon de mis ojos haciendo que me escocieran.

Mi voz se quebró en la última palabra.

-todo empezó … aquella noche, cuando vi a aquel vampiro matando … a mi hermana.



Blood Sinner.