domingo, 22 de agosto de 2010

Capítulo 2 (parte I) Sólo tu sabes como me siento.

Sólo tu sabes como me siento.


-todo empezó … aquella noche, cuando vi a aquel vampiro matando … a mi hermana.
-no ..Mell … los vampiros no existen- dijo con el mismo tono al que se le hablaría a una niña pequeña cuando se le dice que no coja el cuchillo.

-pues yo lo vi, y tenia colmillos ..-dije apretando la mandíbula con fuerza conteniendo las lágrimas.

-aquella persona era simplemente un hombre con problemas mentales.

- acaso usted estaba allí? - otra vez no … estaba pasando lo de siempre.

-pero mell … estabas cegada por el miedo, es normal que pienses eso ahora.

-¡¡cállese!! ¡¡Ni si quiera se esfuerza en comprenderme, no hace mas que decirme que no fue un vampiro!! ¡¿y que mas da?! ¡¡La cuestión es que asesinaron a mi hermana delante mía!!- mi respiración era agitada e hice un intento de calmarme- usted no vio como le arrancaban el corazón, no sabe lo que sentí cuando vi como la desgarraban. ¡Ni se imagina cuando la policía llegó y me hicieron reconocer el cadáver y ver que era ella, la persona que quería mas en el mundo! su rostro lleno de sangre era irreconocible.- dije esta última frase llevándome las manos a la cara empapada en lágrimas.

-mell tranquila- dijo con una voz serena y se acerco a mi para abrazarme, pero aparte sus manos de un manotazo bruscamente , del que seguramente al rato me sentiría culpable y me arrepentiría, cogí mi mochila y salí corriendo de aquel despacho. Corrí por el pasillo y baje las anchas escaleras repletas de alumnos que volvían del recreo. Veía todo borroso por las lágrimas, solo pensaba en correr y huir de allí. Si … eso era lo que quería siempre, escapar, ¿y mi lugar de huída? El baño de las chicas, mi guarida de todos los lunes.

Lo encontré un poco mas adelante del gran pasillo principal por el que corría esquivando a todos los alumnos y profesores. Entré en la primera cabina que encontré abierta sin ni siquiera fijarme si había alguien en el baño. Cerré la puerta de un portazo y me senté en la taza del váter en mi posición habitual, cogiéndome las piernas y escondiendo mi cabeza en las rodillas, comenzando a llorar, y si, podía llorar mas todavía. El dolor en el pecho que siempre sentía afloró de nuevo provocándome un escozor insoportable, con el que ya me había familiarizado.

Sonó el timbre que avisaba que ya habían empezado las clases, y como no quería llegar tarde, salí de la cabina dirigiéndome hacia los lavamanos. Miré al gran espejo que cubría toda la pared y observé mi cara empapada, mi pelo negro y lacio, aburrido y sin forma, el flequillo de medio lado mojado también y mis ojos, marrones oscuros demasiado comunes, hinchados.
Abrí el grifo para que saliera agua fría y me mojé la cara en un intento de relajarla antes de salir por la puerta y dirigirme a clase

Los alumnos me miraban curiosos, como siempre. “ah ..esa chica esta loca” oí decir a alguien a mi paso, lo que hizo que mis lagrimas empezaran a aflorar de nuevo y empecé a caminar de manera rápida hacia mi clase, que ahora me parecía que estaba demasiado lejos para mi gusto. Empecé a acelerar mas hasta que choqué con alguien, no sabia quien era y ni me molesté en disculparme, pero esa persona me cogió del brazo antes de que siguiera huyendo de allí, y llevó mi cuerpo al suyo haciendo que apoyara mi cabeza en su pecho, estrechándome entre sus brazos, olí el aroma de la camiseta, olía a Eric.

-tranquila mell …- me susurró al oído. A pesar del bullicio de la gente entrando a las clases y algún que otro comentario hacia mi como el de antes, me tranquilicé. Sentir la respiración de Eric y el latir de su corazón cuando apoyaba mi cabeza en su pecho me serenaba. Con la manga de su camiseta blanca de L me secó las lágrimas y volvió a abrazarme. Sentí que ya estaba mucho mejor, y otra vez mas, demostré que los abrazos de Eric eran capaces de tranquilizarme en una situación como esta. Simplemente milagrosos.


Blood Sinner.

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