martes, 31 de agosto de 2010

Capítulo 3. Yo tampoco valgo para imponer.

Capítulo 3. Yo tampoco valgo para imponer.



Abrí los ojos lentamente, estaba boca arriba y la luz de las lámparas que colgaban del techo de la tienda me parecían mas intensas que nunca, haciendo que entrecerrara los ojos.

-¿estas bien?- me dijeron unos ojos grises casi transparentes que me hipnotizaron.

-e…e…-intente articular alguna palabra pero solo salio este monosílabo- ein?-su cara, la cual veía desde abajo encima de la mía, ya que estaba tirada bocarriba en el suelo, esbozó una sonrisa seductora de medio lado y de su boca salió una risa que era como un sonido celestial, lo que hizo que todo el corrillo de chicas que estaban alrededor se rieran de una forma falsa a la misma vez que él. Miré a mis lados. Mierda, yo en el suelo toda destartalada y un montón de gente, en su mayoría chicas, mirándome.

Me levante como un rayo, tan rápido que incluso me mareé y me choqué levemente con una chica que estaba detrás, la cual se enfadó y si no llega a ser porque me moví hacia delante me empuja otra vez. Coloqué mi sudadera la cual estaba arrugada y levantada, sacudí mis pantalones lo mas rápido posible muerta de la vergüenza.

-t…tú!-dije con un intento de enfado, pero mi voz perdió toda su autoridad cuando me fije en sus ojos grises que no me quitaban la vista de encima. . Me fijé en su cara, que se podía describir con una palabra, perfecta. Sus labios carnosos y de aspecto suave y delicado incitaban a besarlo, su piel era lisa y muy blanquecina, sin ningún tipo de imperfección, y el pelo negro intenso y totalmente liso estaba peinado hacia delante, dándole un aire de chico malo.

Me olvidé de lo que le iba a decir, incluso de porque estaba aquí … a si!! La competencia! Me acordé y el cabreo que llevaba encima antes de entrar resurgió.

- eh tú!! ¿ se puede saber que haces?

-em …¿ me dices a mí? Perdona es que me acaban de contratar … y no te entiendo-dijo otra vez con esa sonrisa de medio lado, lo que hizo que se oyera un suspiro que provenía de alguna de las chicas.

-pues te voy a poner al corriente de la situación-dije intentando poner autoridad en mi voz...lo cual no funcionó-yo trabajo en picholi, justo enfrente -señale con el pulgar hacia atrás por encima de mi hombro- y tu para música y arte. En otras palabras, c-o-m-p-e-t-e-n-c-i-a -le dije arrastrando las sílabas, haber si así lo entendía mejor. - y ahora vienes tú y por la cara nos quitas a toda nuestra clientela.

- no es mi culpa que tenga talento para vender y atraer a la clientela -Bien, otro egocéntrico, pensé.

-perdona, pero yo no consideraría clientela a un montón de adolescentes hormonadas.

-piensa lo que quieras, en el fondo no puedes admitirlo, yo soy mejor -dijo con chulería. Apreté mis puños con fuerza y me contuve las ganas de pegarle un puñetazo en toda la cara y desgraciársela para siempre. Lo miré con el máximo odio que pude antes de marcharme, pero lo único que conseguí fue que se riera, una vez más.
Lo único que podía hacer era salir de allí, así que me di la vuelta y pasé entre el corrillo de chicas, las cuales ni se molestaron en apartarse para dejarme pasar. En cuanto salí de la puerta el bullicio de las chicas en la tienda volvió y yo crucé la calle rápidamente antes de que pasara algún coche. Entré y abrí la puerta de cristal bruscamente.

-a juzgar por tu cara … no ha ido bien ¿verdad?- miré a los dos únicos clientes que nos habían sido fieles y se habían dignado a entrar a nuestra tienda antes de pasar por la de arte y música y me cabreé aún mas.

- tienen uno nuevo, que les gusta a tudas las chicas y por eso tiene tantos clientes.

-pues le diste tres o cuatro gritos no? Porque se te oía desde aquí. -lo miré con mi mirada asesina de siempre- y por cierto, ¿Cómo es?

-maravillooooso, como un rayo de sol- dije de manera falsa.

- mejor me callo, no quiero que acabes quemando la tienda- dijo riéndose.

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Otro día mas, caminando por aquel pasillo gigante repleto de estudiantes, la mayoria con un porcentaje de materia gris mínimo, y yo aquí, buscando mi clase cayéndome de sueño, ya que como en todas las noches desde … pues desde eso, no dormía lo suficiente que me gustaría a mí, además, Eric llevaba contandome el episodio que vio ayer de bleach desde que nos montamos en el bus para venir, hasta que una voz que me llamaba a gritos desde atrás me saco de mi trance.

-mell !!! - me giré para ver quien me llamaba, aunque a juzgar por su timbre de voz me di cuenta antes de que se trataba de la señorita Friedman. Venía corriendo desde el final del pasillo con un intento de alcanzarme mientras gritaba mi nombre para que me parara. Su pelo naranja recojido en un moño del que se habían desprendido numerosos mechones rebeldes y su ropa estravagante y para nada conjuntada,una blusa verde puré con el escote fruncido y las mangas que llegaban hasta el codo y una falda de campana de color naranja hasta la rodilla con vuelitos en el borde, parecía que volaba en el aire por la corriente generada por su carrera por el pasillo detrás mía, aunque la verdad no sabía porque le costaba tanto alcanzarme si solo tenía 26 y un cuerpo aparentemente en forma.

-um … me ¿buscaba?-dije cuando consiguió ponerse a mi altura.

-si- dijo con la respiracion agitada y apoyando una mano en una de las taquillas empotradas a la pared mientras recobraba la respiración - tengo la solución a tus problemas.


Blood Sinner.

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